Sin la menor duda, el agua sigue siendo, desde todos los puntos de vista, la bebida más adecuada y natural.
No proporciona calorías, refresca, quita la sed, hidrata el organismo y reintegra su patrimonio de sales minerales. La disyuntiva entre agua del grifo ó mineral es, sobre todo, una cuestión de gusto.
Si el agua corriente es fresca y tiene un buen sabor, no hay motivo para evitar su consumo. Pero si en cambio se prefiere el agua mineral, es muy importante leer cuidadosamente la etiqueta, para evaluar su contenido en sales, y de esta manera, escoger la que se adapte mejor a las exigencias de cada persona.
En cuanto al niño, para diluir la leche en polvo se deben emplear aguas muy poco mineralizadas, con un residuo seco muy bajo, mejor si no supera los 50 mg.l, para que no altere la fórmula equilibrada del alimento.
No conviene utilizar agua del grifo por dos motivos: porque suele tener un residuo seco excesivamente elevado y aún más importante, porque contiene muchos nitratos, a los que suelen ser muy sensibles los recién nacidos.
A los niños muy movidos, que realizan ejercicio al aire libre, se les puede dar agua más mineralizada, con un residuo superior a 500 mg.l y rica en bicarbonatos. Este tipo de agua compensa la pérdida de sales, facilita la eliminación de los productos de desecho y corrige la ácidez producida por el cansancio muscular.
En cuanto al resto de la familia, resultan perfectas las aguas oligominerales., con un residuo seco inferior a 500 mg.l. que suelen tener una composición salina equilibrada y que hacen que los riñoñes no se fatiguen.
En el mercado hay una selección de aguas naturales de mineralización débil, que resultan ideales para la alimentación diaria del bebé y de toda la familia : FONT VELLA. FONT DOR. SOLÁN DE CABRAS. NESTLÉ AQUAREL. VILADRAU. BEZOYA.LANJARÓN. FUENTE LIVIANA, etc....
No hay comentarios:
Publicar un comentario