martes, 5 de febrero de 2013

Sal con moderación

Hace muchos años que los nutricionistas vienen repitiéndolo, y, actualmente, cuentan con el pleno acuerdo de los pediatras : la prevención contra la hipertensión debe iniciarse ya en la infancia.

Patatas fritas, palomitas de maíz, almendras, galletas saladas...
El sabor de la sal gusta, a los niños, pero es un placer que debe concedérseles con gran moderación y , si se quiere cuidar verdaderamente su salud, no se debe convertir en una costumbre.
Se ha demostrado que un exceso de cloruro de sodio puede causar diversos problemas, no sólo favorece la hipertensión, sino también las probabilidades de desarrollar un tumor de estómago. Además, por si esto fuera poco, incrementa las pérdidas de calcio a través de la orina, favoreciendo, de tal forma, la osteoporosis.
Para evitar la aparición de estos problemas, no es necesario eliminar, por completo la sal de la dieta: tan sólo es suficiente un poco de moderación.
No debe olvidarse que la sal empleada para cocinar o condimentar es tan sólo una parte de la que se consume a lo largo del día. El mayor porcentaje se presenta en los productos alimenticios industriales, a los que se les añade sal por razones tecnológicas de conservación y gusto.
Los embutidos, por ejemplo, contienen sal en abundancia, lo mismo que muchos quesos y gran cantidad de aperitivos.
Por lo tanto, antes de quitar el salero de la mesa, es más importante prestar la máxima atención a los productos que se adquieren normalmente en el supermercado. Constituye una magnífica opción tomar pan sin sal, reducir el consumo de embutidos y aprender a preferir los quesos de sabor más delicado.
Si se va reduciendo la cantidad de sal empleada, poco a poco, conseguiremos reconocer sabores olvidados y apreciar matices ocultos por una condimentación excesivamente fuerte.






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